sábado, 15 de junio de 2024

EL INDUSTRIAL CATALÁN JUAN CUMELLA MONNER, Y SU RELACIÓN EN TENERIFE CON LAS FAMILIAS GONZÁLEZ DELGADO, RODRÍGUEZ DE AZERO Y GUIMERÁ

 


EL INDUSTRIAL CATALAN JUAN CUMELLA y MONNER, Y SU RELACIÓN CON LAS FAMILIAS GONZÁLEZ DELGADO, RODRÍGUEZ DE AZERO Y GUIMERÁ




Juan Cumella y Monner (1818-1898)


    Juan Cumella nació en Barcelona el 25 de octubre de 1818, siendo sus padres Buenaventura Cumella, comerciante, y Victoria Monné, cónyuge, ambos naturales de Barcelona. 

    Juan Cumella llegó a Tenerife en 1839 a sus 21 años de edad, consignado al amigo de su familia el también catalán Agustín Guimerá y Ramón, a su vez nacido en El Vendrell en 1796 y que doblaba en edad a su patrocinado. Ya en Tenerife Cumella casaría pronto con Felipa González Delgado, y aquí se arraigaría definitivamente.


    En esta isla se convirtió en un gran empresario muy ligado al puerto de la capital.

    En unión con Virgilio Ghirlanda, instaló en 1851 un depósito de carbón, con su correspondiente muelle propio, a la derecha de la Batería de San Pedro. El conocido como muellito del carbón desapareció como consecuencia de la construcción del cercano muelle de Ribera y de la avenida de Anaga. También fue autorizado en 1856 para construir un depósito en la parte trasera de la fuente de Isabel II, para surtir de agua directamente a los buques; con la obligación de pagar un 10% de la recaudación al ayuntamiento. Fue él mismo un importante consignatario de buques, propietario o copropietario de numerosas embarcaciones.

    El 13 de mayo de 1855 es nombrado caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III y en 1856 miembro del Consejo Provincial de Canarias, cuerpo en parte consultivo.

    Fue el más importante de los conservadores de Tenerife a lo largo de unos treinta años, siendo cofundador de La Opinión, órgano de los conservadores que publicó su primer número, como diario, el 5 de abril de 1880. Fue cónsul de Dinamarca desde 1876.

    Amasó una importante fortuna, aunque su mujer Felipa González Delgado había aportado al matrimonio un importante capital, creando ambos una sociedad ganancial. Se habían casado en Santa Cruz de Tenerife en abril de 1840, pero durante unos años residieron en Marsella, al cuidado de los negocios familiares, estableciéndose de nuevo en Santa Cruz de Tenerife en 1846 . En el libro "Las lágrimas de Cumella" de Benito Pérez Armas, este insinúa que Cumella en sus comienzos hizo mucho dinero con el contrabando de oro. Pero lo que sí se sabe a ciencia cierta es que su mujer Felipa, hija única del comerciante Salvador Cayetano González, heredó un importante patrimonio de su padre (la partición es de 1832, luego ella tenía en ese momento unos 25 años y su padre menos de 65 años), que Juan Cumella supo amplificar. 

    La mitad aproximadamente de dicha fortuna del matrimonio Cumella - Felipa González, en sociedad ganancial de ambos cónyuges, la heredaría en 1898 su sobrino nieto Martín Rodríguez (de Azero) y Díaz-Llanos (1879-1942), con sólo 19 años, dado que el matrimonio no tuvo hijos (al menos reconocidos, si atendemos al libro "Las lágrimas de Cummella" de Benito Pérez Armas de 1925, donde le asigna la paternidad fuera de matrimonio de una tal Rosaura). 

    Realmente fue Felipa quien le dotó con la mayor parte de su mitad (valorada en más de 600.000 pesetas de la época, y más de la mitad en matálico o en bonos de deuda interior o exterior), pero dejó el usufructo a su marido hasta su fallecimiento. 

    La casa de la calle del Castillo la dejó para Martín, pero fue vendida para pagar los gastos de las tasaciones y de la herencia. Juan Cumella, por su parte, le dejó a Martín la hacienda de La Costa (en el actual Tomecano, de 69 815 m², valorada en 121 000 pesetas), una parte menor de su mitad. La casa dentro de la Hacienda de La Costa, que ya existía, la había reconstruido Cumella en 1892, siendo el arquitecto Miguel Pintor) La casa existió hasta los años setenta del siglo XX, donde actualmente se encuentra el edificio Ipanema, en Tome Cano. Y una parte del paseo de olivos de la finca se conserva hoy en día en los jardines del Edificio América, junto al muro que lo separa de la Comunidad Santiago.

    

    Según el historiador Agustín Guimerá Ravina, precisamente descendiente del citado Agustín Guimerá y Ramón, en un artículo suyo de 1986 en la Revista de Indias, vol XLVI, núm 177, explica que: "Las relaciones entre Cataluña y Canarias se remontan al período de su conquista y colonización, en cuyas empresas llegaron a participar naturales del Principado. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII se intercambiaron trigo, productos coloniales o tintóreos y caudales por aceite, textiles y otros bines de consumo ordinario, frecuentemente vía Cádiz. En el siglo XVII y antes del Libre Comercio llegaron a importarse vinos y aguardientes de Cataluña y Baleares, con una doble finalidad: para reexportarlos a Indias e años de malas cosechas -Canarias tenía un cupo de mil toneladas anuales de producción doméstica para enviar a América- y, posteriormente, para teñir los vinos canarios, convirtiéndolos en un vino semejante al de Madeira y venderlo a la clientela británica, que había acostumbrado su paladar al caldo portugués. Con la llegada del Libre Comercio, lo que había sido un comercio complementario se convierte en un negocio competitivo: los vinos y aguardientes catalanes rivalizan con los canarios en los mercados americanos.
    A estas relaciones mercantiles se añadirá en el siglo XIX el establecimiento de un grupo de catalanes en el Archipiélago. A tenor de todos los indicios, esta inmigración se sitúa entre 1814 y 1852, entre el final de las guerras napoleónicas y el nacimiento de los Puertos Francos en Canarias. De esta manera encontramos a los comerciantes Coll y Ballester como vecinos del puerto de Arrecife (Lanzarote) en 1816-1817, y a los Guimerá, Martí, Cumella (Comella), Auset, Fonts, Vidal, Ferrer, Pallés, Grau, Rumeu (Romeu) y Candellot entre 1819 y 1868.
    La mayoría de estos catalanes se establecen en Santa Cruz de Tenerife. Los motivos de esta elección son bien fundados. Tenerife había dominado el comercio exterior canario durante los siglos XVII y XVIII. Su producción vitícola había encontrado buenos mercados en Europa y América. Santa Cruz se convertiría, a la larga, en su puerto más importante. Las razones políticas primaron sobre las económicas: salida natural de La Laguna, capital de la Isla; residencia preferida por los Comandantes Generales desde el siglo XVII; sede, en numerosos momentos, del Juzgado de Indias, de la Administración de las Rentas Reales y de los cónsules extranjeros. Pese a las dificultades por las que atraviesa el comercio del vino durante el siglo XVIII, Tenerife no dejará de ostentar la hegemonía en las relaciones del Archipiélago con el mundo exterior. Santa Cruz, por su parte, será el único puerto habilitado para el comercio de Indias en el Reglamento de 1778. En 1803 obtiene el título de villa por su heróica defensa contra el ataque de la escuadra de Horacio Nelson en 1797. Con esta concesión se reconocía el hecho de su importancia económica y militar. En 1822 es elegida capital de la Provincia de Canarias y en 1859 recibe el título de ciudad. Su población pasa de 6.889 habitantes en 1805 a 14.146 habitantes en 1860. Entre 1847 y 1881 se asiste a la expansión de su línea de atraque que alcanza una longitud de más de 300 metros. A mediados de la centuria concentraba casi la mitad del comercio exterior canario. La competencia del puerto de La Luz, en Las Palmas de Gran Canaria, no se dejará sentir hasta las últimas décadas del siglo.

    Hablemos ahora de Martín Rodríguez (de Azero) Delgado y su familia, hermano uterino de Felipa González Delgado, la mujer del catalán afincado en Tenerife Juan Cumella, para conocer la figura de Felipa y de su padre Salvador Cayetano González, que presumiblemente cumplieron el papel de dar un primer empujón y respaldo económico a Cumella tras su matrimonio.


MARTÍN RODRÍGUEZ DELGADO (1813-1874).

    Martín Rodríguez (de Azero) Delgado fue natural de Santa Cruz de Tenerife, alcalde de Arico en 1872-73 (hasta el advenimiento de la I República), diputado por Santa Cruz de La Palma en 1867, regidor de Santa Cruz de Tenerife, etc,.... En su juventud fue incluso guarda mayor forestal de Santa Cruz de Tenerife (al menos en 1842 y 1843, con 30 años). Él y su familia residieron entre Granadilla y Santa Cruz de Tenerife, donde ejercía actividades comerciales como agente de casas extranjeras y por cuenta propia, dominando el inglés y el francés (estudió Náutica en Nueva York, lo cual era inusual para un extranjero, y vivió una temporada en París y Marsella).

    Hay que tener en cuenta que en esa época no existía ni la Universidad de Nueva York (que data de 1832) ni por supuesto la actual Universidad Marítima de Nueva York (creada en 1873). Pero existían en Estados Unidos las llamadas universidades coloniales, de tamaño más reducido.

    En Nueva York la única existente en 1827 era el Columbia College, en los terrenos contiguos a la iglesia Trinity Church en Manhattan, en lo que ahora es el bajo Broadway en Manhattan. Actualmente, desde 1896, se denomina Universidad de Columbia y se ubica en el barrio de Morningside Heights, en el lado oeste del alto Manhattan.

Retrato de Martín Rodríguez Delgado en su juventud, seguramente al poco de cursar sus estudios de Náutica (1827-1830) en Nueva York. Sale retratado con barba, luego seguramente sería lógico pensar que fue posterior a 1833, año en que ya tenía 20 años.


Primera página de una carta de 20 de abril de 1828 de su padastro
el comerciante Salvador Cayetano (del que hablaremos ahora) cuando cursaba sus estudios en Nueva York.
El tono es bastante severo.


Primera página de una carta de 28 de octubre de 1829 de su tío
Francisco Manuel González, hermano de Salvador Cayetano, a pocos meses de regresar de sus estudios en Nueva York.
El tono es normal y cariñoso.


Bernardo Forstall le escribe el 10 de enero de 1843, en nombre del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, reeligiendo a Martín Rodríguez Peraza como Guarda Mayor de Montes:
"El Muy Ilustre Ayuntamiento ha tenido a bien reelegir a Ud. Guarda Mayor de Montes para el presente año, satisfecho de la exactitud e interés con que ha desempeñado este encargo. Y así mismo ha reelegido a B. García para guarda celador, único que se halla nombrado para este encargo, mientras Ud. esté satisfecho de su desmpeño. Dios que a Ud. ml. nl. Santa Cruz. Enero 10 de 1843. Bernardo Forstall".

    Martín Rodríguez Delgado fue cuñado del industrial catalán afincado en Santa Cruz de Tenerife Juan Cumella y Monner (cinco años menor que él), el marido de su media hermana o hermana uterina Felipa González y Delgado; quien pudo serle de gran ayuda para desenvolverse en el entorno comercial (y político) de Santa Cruz. Cumella fue un potentado con grandes iniciativas en aquella época, y líder indiscutible durante décadas del partido político conservador de Tenerife.

    El padre de Martín, Martín Rodríguez Castellano, natural de Santa Cruz de Tenerife, nacido aprox. en 1782, se había dedicado con éxito al comercio de mercancías por transporte marítimo (la familia de su madre, los Castellano, es activa y conocida en el tráfico marítimo pues son propietarios de varias barcos, negocio que mantendrán en las siguientes generaciones). Casi no conoció a su único hijo pues, aún joven, en uno de sus viajes falleció en Campeche- Méjico (entre 1814 y 1816). Eran tiempos revueltos en la América Hispana. En aquellos años en México estaba tomando forma la revolución que más adelante se transformaría en independencia.

    Un tío de Martín Rodriguez Castellano, con el que éste tuvo mucha relación, fue el propietario de barcos Antonio Bacilio Castellano, que figura ya como viudo (con 60 años) en el padrón de Santa Cruz de enero de 1818, anotándose que vive del comercio y reside en la calle de la Cruz Verde nº 18. En su casa indica que viven sus hijos María del Pilar (24 años y soltera), Rosalía (13), Dolores (12), Lorenzo (14) y Jacinta (9), junto con dos criados.


En este legajo pueden verse algunos intercambios comerciales entre Martín Rodríguez Castellano y su tío Antonio Bacilio Castellano, poco antes de fallecer el joven Martín Rodríguez Castellano.


La madre de Felipa González Delgado, Antonia Delgado y Meneses casó alrededor de 1817 con Salvador Cayetano González y Hernández (nacido en 1768) tras quedarse viuda de Martín Rodríguez Castellano, teniendo ella ese año 21 años de edad y él 49.

Salvador Cayetano González Hernández había regresado a Tenerife (con 49 años) tras muchos años comerciando en la América Inglesa (Estados Unidos), donde amasó un importante capital (regresó con muchas onzas de oro acuñadas, con las cuales debió de comprar muchos inmuebles, bienes, pagar los gastos durante muchos años. Durante sus últimos 15 años de vida padeció de muy mala salud - impidiéndole incluso ser capaz de firmar su testamento - que no le permitió administrar convenientemente sus bienes sino únicamente consumirlos. En el momento de su partición aún le quedaban casi 200.000 reales en onzas de oro). También declara en su testamento que en sus años de vida marital no aumento sus bienes sino al contrario los redujo debido a los gastos ocasionados por su enfermedad.

    La figura de Salvador Cayetano González Hernández, natural de La Laguna, es importante para la familia Rodríguez de Azero porque fue seguramente un impulsor importante de la prosperidad que vendrá a la familia en las siguientes generaciones. En primer lugar, pagó dos años de los estudios de Náutica en Nueva York a su entenado Martín Rodríguez Delgado, lo que introdujo a éste en el mundo del comercio y de los negocios a un alto nivel. En segundo término, legó la mayor parte de su fortuna a su hija Josefa (la partición tiene fecha de 1832), que casó con el industrial catalán Juan Cumella y Monner, y casi la mitad de los bienes de la sociedad conyugal de Juan y Felipa acabó heredándolos en 1899 su sobrinonieto Martín Rodriguez de Azero y Díaz-Llanos a sus 20 años de edad (así como la casa y finca de la Costa en el actual Tome Cano de Santa Cruz de Tenerife).


    En el padrón municipal de Santa Cruz de enero de 1818 aparecen Antonia y Salvador domiciliados en la C/La Consolación, 72 (se indica que esa casa era propiedad de Francisco Arvelo) tanto María del Rosario Meneses (56 años, viuda), como su hija Antonia Delgado (22 años) y el marido de ésta Salvador Cayetano González Hernández (50 años, indicando que se dedica al comercio), Felipa Delgado aparece con 1 año, Martín Rodríguez Delgado con 4 años (indicando que es hijo del primer marido de Dña. Antonia), así como la otra hija de María del Rosario, Ramona Delgado (16 años, soltera), y una criada llamada Juana Morales (24 años). Parece ser por tanto que Antonia Delgado y su nuevo marido Salvador González aún no se habían mudado a su nueva casa de la c/Castillo, 2 (luego núm. 3, que había sido comprada por Salvador hacía unos meses). En dicho padron de enero de 1818 ya salen a nombre de Salvador las casas en c/Castillo, 2 y C/Castillo, 25.

La hija de ambos, Felipa González Delgado casaría en 1840 con Juan Cumella y Monner, importante comerciante catalán establecido en Santa Cruz de Tenerife, que fue además un destacado político conservador.



Foto de la casa principal del matrimonio (Felipa y Juan Cumella) en la calle del Castillo, 3 (antes 2) en Santa Cruz de Tenerife, esquina con c/San Pedro Alcántara. La casa la había aportado Felipa al matrimonio, al haberla comprado a su vez su padre Salvador C. González en 1817. Felipa, sin hijos, la dejó a su sobrino nieto Martín Rodríguez (de Azero) y Díaz-Llanos, como su heredero universal, pero la casa se enajenó en 1899 para pagar los gastos de la herencia (Juan Cumella había heredado los bienes de Felipa en usufructo, hasta su muerte en 1899).


Estado actual de la casa en la calle del Castillo,3 en Santa Cruz de Tenerife (esquina con c/San Pedro Alcántara).


    
En el padron de enero de 1818 de Santa Cruz de Tenerife, Sixto Román y Machado-Fiesco reside en alquiler en esa casa de la calle del Castillo de Santa Cruz, muy próxima a la plaza del Castillo (actual plaza de Candelaria), junto con su mujer Josefa Franco de Castilla y su nieta la niña Guadalupe del Hoyo (que casaría en 1833 con Antonio de Ponte y Benítez de Lugo). En esa casa, propiedad de Salvador González (padrastro de Martín Rodríguez de Azero y Delgado), Sixto Román tuvo alquilada la entreplanta para las oficinas de la Real Hacienda.
Contribuciones de Antonia Delgado (de González, por su segundo matrimonio con Salvador González), madre de Martín Rodríguez Delgado y de Felipa González Delgado, o de los herederos de Salvador González, en varias casas en Santa Cruz.

Aparecen pagos para las casas en las calles Castillo nº 25; La Gloria nº2 (actual c/ Juan Padrón), La Candelaria nº12; La Consolación, nº 13 (actual c/Puerta Canseco); para la construcción de atarjea en el Camino de los Coches (que es la actual Rambla de las Asuncionistas); para tasas de Tacoronte, etc,...



Salvador Cayetano González Hernández, natural de La Laguna (donde debió de nacer alrededor de 1768 pues en 1818 tenía 50 años) pero luego asentado en Santa Cruz (en 1817 compró la gran casa de tres plantas en la c/Castillo, nº2 luego 3, esquina con la c/San Pedro Alcántara), fue un adinerado comerciante, que realizó viajes y negocios en Norte América (Pensilvania y Nueva york). 

Detalle del testamento en 1828 de Salvador Cayetano González Hernández, donde se indica que era natural de La Laguna y que sus padres fueron Salvador González y Juana Hernández de Alguiz. También se indica que su primera mujer había sido María Enrique, natural de Tacoronte. Con ella había tenido un único hijo, Salvador Santos González, que falleció soltero en la "América Inglesa" antes que su madre...

Detalle de la partición en 1832 de los bienes de Salvador Cayetano González, donde se cita que en el testamento indicó que pagó los estudios de su entenado Martín Rodríguez Delgado en Nueva York, adonde partió en agosto de 1827 con 14 años de edad  (o sea, al hijo que ya tenía su mujer Antonia Delgado cuando casó con ella). Para dichos gastos se enviaron 42 pipas de vino, o sea, más de 20 mil litros, para que con su venta se pagaran sus estudios.

Su testamento de 1828 asignó a su mujer Antonia Delgado (de la cual dice que no aportó bienes al matrimonio) el remanente del quinto de sus bienes, que se materializaron en las siguientes bienes (valorados en 130.291 reales):

- Le asigna el pago de los gastos del funeral, valorados en 2.039 reales, los cuales se deducen del importe total.
- Le asigna el pago de los últimos gastos de los estudios de su hijo Martín Rodríguez Delgado en Nueva York durante 6 meses incluido transporte de vuelta (los dos años anteriores los pagó Salvador enviando 42 pipas de vino, para que con su venta se obtuviera el capital necesario), valorados en 7.202 reales.
- Una casa terrera en la c/Candelaria, valorada en 22.124 reales.
- Una casa terrera en la c/San Francisco, valorada en 21.502 reales.
- Dinero en efectivo: 47.550 reales. Tanto para el efectivo de Antonio como para el de Felipa, se contó, además de los cobros pendientes, de 189.400 reales de oro inventariado; en concreto 592 onzas de oro acuñadas.
- El vino y pipas pertenecientes a la bodega que Antonia Delgado tomó a su cargo, valorado en 2.317 escudos.
- El balance contra Vicente López por la "mistelería" que Antonio Delgado tomó a su cargo, valorado en 4.144 reales.
- Plata labrada por valor de 5.217 reales.
- Una parte de los efectos de comercio existentes, valorada en 6.794 reales.
- Muebles por valor de 2.493 reales.
- Loza del uso, por valor de 295 reales.
- Ropas del uso, por valor de 352 reales.
- Créditos pendientes, por valor de 7.784 reales.




Caja fuerte de Juan Cumella, actualmente propiedad de la familia Benítez. Es posible que a Juan Cumella le llegara por su suegro Salvador González (éste citaba que las onzas de oro acuñadas las guardaba en su arca de hierro), pero lo seguro es que fue adquirida por uno de los dos a raíz de sus negocios anglosajones.

Y a su hija Felipa González Delgado, heredera universal, los siguientes bienes (valorados en 515.395 reales vellón, una vez deducidos gastos):
- La casa de tres pisos en la C/Castillo nº2 (luego nº3 en la partición de Felipa), valorada en 200.476 reales.
- Dos almacenes en la c/Castillo, números 24 y 25, valorados en 47.881 reales.
- Unos terrenos con casa en Agua García - Tacoronte, donde dicen Toledo, valorados en 5.897 reales.
- En dinero efectivo 168.087 reales.
- Créditos activos pendientes, valorados en 31.139 reales.
- Numerosas piezas de plata labrada valoradas en 20.653 reales.
- Efectos de comercio existentes, valorados en 27.178 reales.
- Numerosos muebles, incluyendo un piano de 4.500 reales, valorados en 9.965 reales.
- Loza del uso, valorada en 1.179 reales.
- Ropas al uso, valoradas en 982 reales.
- Ferretería y batería de cocina, valorada en 1.833 reales.
- Viguetas de pino en La Bodega, valoradas en 120 reales.

Respecto a la partición en 1860 de los bienes de Antonia Delgado Meneses (que había nacido alrededor de 1796 pues en 1818 tenía 22 años y ya había casado por segunda vez. A su hijo Martín lo tuvo con 18 años, pues en 1818 éste tenía 4 años), se indica que en su primer consorcio (matrimonio) ni ella ni su marido (Martín Rodríguez Castellano) aportaron bienes. Y que, cuando contrajo el segundo, tampoco llevó ella cosa alguna. No tuvo bienes gananciales en su segundo matrimonio, según manifestó en su testamento de 1828 su marido Salvador Cayetano González. Por lo que en su partición sólo figuraron los bienes existentes del lado del quinto que le dejó su segundo marido, pues aunque le pertenecían también dos casas terreras, una en la calle San Francisco y otra en la de Candelaria, éstas las enajenó, percibiendo sus valores en metálico. También formarán parte del cuerpo de bienes la legítima que le correspondía a la madre común en unión de sus demás hermanos, y los bienes adquiridos después de la defunción de su segundo marido. Le pertenecían la quinta parte de dos casas terreras, una en la calle de la Consolación (actual c/Puerta Canseco) y otra en la de la Gloria (atual c/Juan Padrón). Adquirió la casa en la calle de La Luz nº71 (actual c/Imeldo Serís), por compra hecha en pública subasta a los herederos de Rafael Aguilar. Su padre José Delgado y Jorge había comprado dos casas contiguas en la calle de La Rosa, nº35 del Toscal, pero en los bienes de su madre Mª del Rosario Meneses de la Cruz sólo figuraba una, por lo que la otra pudo ser enajenada.


Los abuelos paternos de Martín Rodríguez Delgado fueron:

- Antonio Rodríguez y Viera Acuña Díaz. Cuyo padre fue Lorenzo Rodríguez y Acuña (nacido el 2 de marzo de 1716), que fue familiar del Santo Oficio de la Inquisición y quien por primera vez dejó de utilizar el apellido compuesto. Sus quintos nietos lo recuperaron en 1946. Lorenzo y su mujer Rosa María Viera eran vecinos del Puerto de la Cruz, con ascendencia en Garachico (aunque erróneamente se había considerado que provenían de Icod de los Vinos). El padre de Lorenzo fue el alférez Cristóbal Rodríguez de Azero y Román, que casó con Catalina de Acuña y Guzmán. 


    Documento de 1783 en donde se cita al bergantín propiedad de Antonio Rodríguez y Viera; barco que partió desde Santa Cruz de Tenerife hacia La Habana en noviembre de 1783. Con toda probabilidad se refiere a Antonio Rodríguez (de Azero) y Viera, quien había trasladado su residencia desde el Puerto de la Cruz hacia Santa Cruz de Tenerife (continuando con el negocio familiar de comercio marítimo pero a partir de entonces en el puerto de Santa Cruz). A partir de entonces la descendencia de los Rodríguez de Azero pasa a vivir en Santa Cruz de Tenerife.

- Jacinta María Castellano y Marrero Guzmán Rodríguez. Sus padres fueron Alonso Castellano Duarte y Guzmán, natural de Guía de Gran Canaria, y Rosalía Marrero (1723-1801). Los Guzmán de Gáldar descienden de la princesa aborigen Catalina Guadarteme (Masequera o princesa Arminda), princesa de la familia aborigen del Rey o Guanarteme de Gáldar (concretamente hija de Egonayga Guayasén Semidán y de la guayarmina o reina de Gáldar llamada Atendiura), que fue bautizada y casó con el noble castellano oriundo de Toledo don Hernando de Guzmán (luego gobernador de la isla). Por eso es también conocida como Catalina de Guzmán.

Sus abuelos maternos fueron:

- José Delgado y Jorge. Posiblemente descendiente de Juan Delgado, "de las Islas" (o sea, descendientes de pobladores de Lanzarote y Fuerteventura), que fue poblador de Taganana desde antes de 1499 (era hijo de Luis Suárez y de Catalina Chimida, vecinos de Fuerteventura. Había casado con María Berriel, hija del conquistador Juan Berriel. Fue uno de los 11 beneficiarios iniciales del repartimiento colectivo en 1501 que fundó el pueblo de Taganana, caso único en la historia de Tenerife). En el acta de la reunión popular en Santa Cruz de Tenerife el 29 de julio de 1797 en la que se aclama por compatronos del lugar a la Santa Cruz y al Apóstol Santiago, hay un José Delgado (sin especificar su segundo apellido) entre los 52 vecinos firmantes. Quién sabe si sería el José Delgado que nos ocupa, pues cierta relevancia social debía tener a tenor de los dos enlaces ya comentados de su hija Antonia Delgado y Meneses. Además, por fechas y edad, también sería posible.

- Mª del Rosario Meneses y de la Cruz González Cabrera. Cuyo padre fue Ambrosio Meneses González, natural de Taganana. Y cuya madre fue María de la Cruz y Cabrera, que también residió en Taganana. El apellido Meneses fue uno de los primeros en asentarse en Taganana. En el siglo XVI, Taganana debió su prosperidad a sus ingenios de azúcar. El segundo ingenio fue el que fabricó en 1560 el regidor Juan de Meneses, con dinero prestado y que perteneció casi inmediatamente después a Pedro Huesterlin (Westerling), siendo a partir de entonces Juan de Meneses su arrendador (existe un documento de 1582 en el que presenta las cuentas de 9 años de explotación).



En 1847 se produce el rompimiento de las relaciones entre Martín Rodríguez Delgado y Juan Cumella, al haber roto Martín el compromiso que tenía con una de las hermanas de Juan. En noviembre de ese mismo año contrae matrimonio con Ana Peraza y Mexía (o Mejías). Las relaciones sólo se reanudarán casi 10 años más tarde, a partir de 1856. Martín Rodríguez Peraza, su hijo, nacido el 25 de agosto de 1848, será con el tiempo el más asiduo corresponsal de su tío Juan Cumella; hasta que también finalmente se enemista. Juan Cumella por lo visto tenía un carácter de armas tomar y no solía reconciliarse con quien hubiera mantenido un conflicto.

Igualmente le fueron de gran ayuda sus cuñados Francisco y Bartolomé Peraza y Mejías, todos ellos grandes productores de cochinilla (al igual que Martín Rodríguez Delgado) y con importantes conexiones políticas y comerciales en Santa Cruz y en La Laguna.

    En la desamortización de Mendizábal adquirió muchas propiedades rústicas y compró a Agustín Guimerá y Ramón una parte (un tercio) de la extensa Hacienda de Las Vegas en Granadilla (que llegaba del mar a la cumbre, regada por dos barrancos que confluían). Así, en el testamento otorgado por Agustín Guimerá y Ramón el 30 de junio de 1851, declara que Las Vegas "pertenece la tercera parte, que mira al norte, a don Martín Rodríguez, que le cedí por el mismo costo y condiciones que fue rematada, quedando él al cuidado de toda ella mientras se fomentase, según lo está practicando. Las cuentas y apuntes llevadas por el mismo Rodríguez y por mí darán el esclarecimiento necesario".

    Fue un importante comprador de propiedades desamortizadas. Su intención era lógicamente explotar estos terrenos, con cultivos tanto tabaco, más adelante cochinilla, viñedos y otros (frutos secos,...), recogida de pinocha en los montes, producción de brea para la reparación naval, extracción en canteras de piedra (en los Abrigos de Abona, Piedra la Sal,..), actividades prestamistas, etc... Para ello se propuso potenciar el puerto natural del Porís de Abona, con excelentes condiciones para el atraque de embarcaciones. También por tierra tenía organizada una ruta de porteadores para llegar al norte a través de las Cañadas del Teide y a Santa Cruz a través del camino real del sur, haciendo paradas en Las Vegas-Granadilla, Arico El Nuevo, Fasnia y Güímar, en casas de su propiedad al borde del camino real) desde aquí distribuiría sus productos. Quizás los pesados por mar directos al destino y los ligeros por tierra para consumo local o hasta un puerto principal para exportación. Muchos de los remates y enmarcados de puertas de las edificaciones de La Habana- Cuba, por ejemplo, pudieron ser ejecutadas con piedra de estas canteras de Arico del siglo XIX. Estas canteras estaban cerca de la orilla del mar para poder embarcar con facilidad las piedras en los barcos.

Secadero de tabaco en Las Vegas - Granadilla, junto a la casa donde residió Martín Rodríguez Delgado (casa del patio grande) en las temporadas que pasaba en Granadilla. Allí nació su hijo Martín Rodríguez Peraza, que más adelante fue importante empresario y político y que llegó a ser presidente de la Diputación Provincial de Canarias.

    
    Con Martín Rodríguez Delgado comienza la relación de los Rodríguez de Azero con Arico, a través de su matrimonio con Ana Peraza y Mejías (dicho matrimonio a su vez se propició por la compra de Las Vegas, situando allí don Martín su residencia durante amplias temporadas del año) , y también que es a partir de él cuando esta familia comienza a destacar notablemente en el escenario económico, social y político de Tenerife. Él y las dos generaciones anteriores residen en Santa Cruz de Tenerife, viviendo del tráfico marítimo y del comercio de su puerto. Como luego veremos, es su abuelo Antonio Rodríguez y Viera quien traslada su residencia desde el Puerto de la Cruz a Santa Cruz de Tenerife, seguramente ocasionado por el auge de este puerto frente al del Puerto de la Cruz (y siendo el negocio familiar el tráfico marítimo, siendo propietarios de barcos y bergantines, como luego se verá). Antes de Antonio Rodríguez y Viera, la familia Rodríguez habitó el Puerto de la Cruz (entonces Puerto de La Orotava) unas tres o cuatro generaciones, pues anteriormente eran originarios de Garachico (erróneamente se ha considerado su origen de Icod de los Vinos). Este periplo a lo largo de las generaciones entre Garachico-Puerto de la Cruz- Santa Cruz de Tenerife hace intuir que durante muchas generaciones estuvieron ligados al comercio marítimo y/o a la actividad portuaria; trasladándose en cada época al puerto principal que iba teniendo la isla.

    Al respecto de Agustín Guimerá y Ramón, y otros catalanes que se asentaron en Canarias, sigue explicando su descendiente el historiador Agustín Guimerá Ravina: "Algunos datos que he podido reunir nos muestran la importancia de este grupo minoritario catalán en la vida económica, social, política y cultural de Canarias, principalmente en Santa Cruz de Tenerife.
    Desde un punto de vista económico existen datos significativos. Por ejemplo entre 1836 y 1869 algunos de estos catalanes supieron sacar partido de la etapa desamortizadora, comprando tierras, aguas y casas en Canarias. Otro ejemplo puede ser la lista de electores de Santa Cruz que pagan más de mil reales de cuota anual al Tesoro por su riqueza urbana: de los 56 electores, 7 son catalanes, que reúnen el 18 por 100 del valor total de la cuota; dos de ellos aportarán las sumas más importantes. Asimismo, en la lista de mayores contribuyentes por industria en Santa Cruz, de 15 fabricantes, 2 son catalanes. Finalmente, de los 13 propietarios de Santa Cruz que se acogen a los beneficios de la Ley de Fomento de la Agricultura del año 1875, 7 son catalanes o de origen catalán.
    Entre los hombres de negocios destacan Ballester y Coll en Arrecife y Guimerá, Cumella y Auset en Santa Cruz de Tenerife. Ballester era comerciante, propietario y naviero de Lanzarote. Figura en el primer puesto de la lista de contribuyentes principales de 1823, y en segundo lugar en la lista de propietarios de navíos por producto líquido en 1825, Manuel Coll y Brull, a su vez contador de la Real Aduana de Arrecife, administrador de las rentas decimales, comerciante de barilla y granos, copropietario de un bergantín y, en los últimos años de su vida, consignatario de algunas líneas de navegación. Ambos comerciantes destinaron sus barcos al comercio colocial, al cabotaje y a la pesca en África.
    En cuanto a Juan Cumella i Monner, éste había venido a Canarias hacia 1847 [realmente 1839], recomendado de Guimerá, que le puso en contacto con Coll en Lanzarote. En la lista de 1866 figura como uno de los electores de Santa Cruz que paga una mayor cuota al Tesoro. Además de ser propietario de fincas, estaba relacionado con el comercio de guano [cochinilla] y el abastecimiento de agua y carbón a los buques que arribaban a Santa Cruz. 
    Antonio Auset aparece implicado, junto con dos isleños, en el proyecto de creación de un Banco de Canarias, en una fecha tan temprana como 1847. La sociedad pretendía reunir un capital inicial de 4.000 reales, pero el proyecto no llegó a prosperar.
    Ya constatamos la presencia de catalanes en el sector industrial y agrícola de las listas de 1867 y 1875-1884. También los vemos actuando en otros terrenos; las artes gráficas, como el impresor Salvador Vidal (1861); la judicatura, como Domingo Fons y Salvá (1873); la medicina, como Ernesto Rumeu, miembro de la comisión fundadora de la academia médico-quirúrgica de Santa Cruz en 1878; el negocio del espectáculo, como Francisco Carbonell, que instala un cine en la ciudad el año 1896, y la construcción, como Juan Sitjá y Capmany, que construye de golpe cincuenta casas en un barrio santacrucero en 1899.
    En el plano social y cultural, tenemos a otros profesionales como Juan L. Ferrer, director de una escuela nocturna para adultos en Santa Cruz el año 1865; Ramón Torras, maestro del orfeón "Clavé" en 1883, en esta ciudad, y Enrique Font y Fonsdeviela, bibliotecario de la Bublioteca Municipal en 1891. Incluso los hombres de negocios destacan en este terreno, caso de Juan Cumella y Agustín Guimerá. Ambos forman parte de la comisión encargada de la construcción del Teatro Municipal de Santa Cruz en 1847, obra que será inaugurada en 1851. Por su parte, Cumella es miembro fundador de una sociedad hípica "El Fénix", en esta localidad, el año 1863. Durante la epidemia de cólera morbo en 1893, colaborará en la organización de un hospital provisional en Santa Cruz, aportando una suma de dinero.
    También actúan en la política canaria. Podemos encontrar varios ejemplos, como José Martí, regidor más antiguo del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en 1825; Manuel Coll y Brill, alcalde constitucional de Arrecife en 1838 y su segundo teniente de alcalde en 1841; Luis Candellot, primer teniente de alcalde de Santa Cruz en 1868; Juan María Ballester y Ramón, concejal de esta ciudad en 1884 y posteriormente su alcalde en los comienzos del siglo XX; Manuel Coll y Carrillo,hijo de aquel, célebre alcalde de Arrecife durante la Restauración. El propio Juan Cumella será el lider del partido conservador en Tenerife durante este período. En cuanto a la familia Guimerá, participará también en la vida pública insular (...). La influencia de los descendientes catalanes en Tenerife se prolongará más allá de la centuria decimonónica. Algunos de ellos destacarán en la política, la música y la literatura.
    No es de extrañar que merced a este dinamismo los catalanes estén presentes en todos los acontecimientos más importantes de la vida insular. Un ejemplo podría ser Agustín Guimerá y Ramón, el primer Guimerá que se establece en Canarias (..)". 




* Agustín Guimerá y Ramón nació en El Vendrell (Tarragona) el 9 de marzo de 1796 y se estableció en la Isla sobre fines de 1823 o principios de 1824, siendo el primero de este apellido arraigado en Canarias. Según se indica en el libro "Las Lágrimas de Cumella" de Benito Pêrez Armas, "Guimerá era piloto de barcos pero, habiendo partido rumbo a América al mando de una nave de tres palos y viéndose a punto de zozobrar cerca de Canarias, recaló en Santa Cruz de Tenerife y se quedó allí para siempre. Trocándose de marino a comerciante. Por su indicación y a su amparo, vinieron después familiares y amigos que hicieron más fortuna que él, pero ninguno le aventajó en prestigios y respetabilidad". Casó sobre 1831 o 1832 con Jacinta Castellano y Dueño, nacida en Santa Cruz de Tenerife en 1811, con quien procreó nueve hijos. Por razón de su matrimonio emparentó con los Rodríguez de Azero Castellano y mantuvo intensa correspondencia con Martín Rodríguez (de Azero) Delgado entre 1838 y 1860, que se conserva en el archivo que fue de Martín Rodríguez Peraza [A.M.R.]. Ambos fueron dueños proindiviso, en la proporción de 2/3 Guimerá y 1/3 Rodríguez (de Azero) Delgado, de la Hacienda de Las Vegas, en Granadilla, donde nacería Martín Rodríguez Peraza. Se estableció primeramente en la calle de Las Tiendas -la de la Cruz Verde, número 5, pasando luego a la casa número 16 de la calle del Castillo, la arteria principal del comercio de Santa Cruz, esquina a la de José Murphy. La casa se incendió el 18 de abril de 1945. Fue comerciante mayorista, matriculado desde 1825, consignatario de buques desde 1834 y uno de los diez vecinos mayores contribuyentes de la capital. Guimerá fue fiel esparterista y enemigo, por tanto, de la reina gobernadora doña María Cristina de Borbón y de los moderados, tuvo una importante vida pública. Fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Santa Cruz en 1835 y 1848, Vocal de la Junta Suprema Gubernativa de Santa Cruz en 1840, donde fue uno de los miembros más destacados junto con el abogado gran canario Antonio López. Diputado Provincial en 1848, 1849, 1850, 1851, 1852 y 1853, repitiendo en 1864, 1865 y 1866. Vocal de la Junta de Agricultura en 1848 y de la Junta de Comercio en igual año, de la que sería vicepresidente y presidente efectivo en 1850, 1851, 1852 y 1854 y desde la que tendría una eficaz y lucida intervención en los Puertos francos (Real Decreto de 11 de julio de 1852). En 1855 fue nombrado caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III (Real Decreto de 13 de mayo). Fue prior del Tribunal de Comercio durante los años 1856 y 1861. Fue vicepresidente de la Junta General de Agricultura, Industria y Comercio de la Provincia en 1860. Etc..Moriría en su casa de Santa Cruz el 8 de junio de 1874, cuando contaba setenta y ocho años de edad.

    Agustín Guimerá y Ramón fue por tanto en cierta medida el mentor de Martín Rodríguez Delgado y también de Juan Cumella y Monner.


    La mujer de Agustín Guimerá era prima hermana del padre de Martín Rodríguez Delgado. 



¿POR QUÉ LAS VEGAS? Y antes de nada, el porqué de esa pregunta. La respuesta es que, a partir de esa compra de la hacienda de las Vegas (junto y de la mano de Agustín Guimerá y Ramón, que es de mayor edad que él; ejerciendo Martín de administrador de Agustín), es cuando Martin R.A.D. se establece en en sur de la isla y termina casándose con la Peraza de Arico (y ascendencia cercana también de Granadilla). 


La respuesta a la primera pregunta está a la vista de cualquier visitante al lugar. La respuesta al porqué de establecerse en Las Vegas, en ese lugar tan arriba, tan cercano a la cumbre, y sin un asentamiento poblacional importante, está a la vista en un cartel en el propio caserío. Hay que tener en cuenta que a principios del siglo XIX no había las infraestructuras hidráulicas de un siglo después. La inversión en la hacienda de las Vegas fue por tanto la inversión en un territorio fértil y con agua sin necesidad de grandes inversiones. La propia toponimia del lugar- Las Vegas - significa lugar fértil al borde de un río que lo riega y con terrenos relativamente llanos.


En este texto se explica el potencial agrícola de Las Vegas, al estar regada por dos barrancos que bajan desde Las Cañadas.


En este texto se indica que Las Vegas era el lugar de mayor potencial agrícola de la comarca de Abona.

Además, si el cultivo que primero implantaron fue el tabaco, quizás de contrabando a través de la red catalana transpirenáica, sería lógico pensar que un lugar medianamente remoto les fuera de conveniencia para pasar más desapercibidos.

En esa época, desde Las Vegas, quizás fuera más accesible La Orotava, atravesando el actual Parque Nacional del Teide, que un recorrido hasta la costa del sur o hasta Arico. Incluso podría imaginarse que en una primera etapa ciertas mercancías que trasladaran a Santa Cruz lo hicieran a través del Puerto de la Cruz, llevándolas por mar (los barcos eran fundamentalmente a vela, con la imposibilidad de bordear la costa si el viento no estaba exactamente a favor, lo que obligaría a un esforzado zigzageo o recorrido triangular alejándose casi hasta otra isla para luego acercarse de nuevo a la costa). Quizás el transporte naval se reservara para los productos pesados (como las piedras de las canteras de Abades o la contigua Piedra de la Sal, o pipas de vino,...) y el transporte por tierra para los productos más ligeros (frutos secos, cochinilla, tabaco,...). Por esta razón se explicarían las compras de casas por parte de Martín R.A.D. - todas al pie del caminos real del sur - que se citan a continuación, que conformarían una ruta de relevos hasta Santa Cruz de Tenerife, con lugares donde las mulas, caballos, porteadores o jinetes pudieran repostar o dar el relevo a la siguiente cuadrilla.

Compró en 1848 la casa de la Vinculación en Arico el Nuevo (y sus propiedades vinculadas) a unos parientes de su mujer que habían emigrado a Venezuela, devolviendo la casa a esta rama de la familia tras 3 o 4 generaciones en otra línea. Su hijo Martín también compró en 1881 otra parte, hasta sus dimensiones actuales.

Dimensión actual de la Casa de la Vinculación en Arico El Nuevo, la casa más antigua de esa zona, comprada en su mayor parte (patio de abajo) en 1848 por Martín Rodríguez Delgado y completada en 1881 por su hijo Martín Rodríguez Peraza (patio de arriba), que es quien edifica el muro perímetral de la casa y quien cierra los patios al exterior. En la zona de las huertas, una parte fue enajenada en la segunda mitad del siglo XX.

     Su mujer Ana había nacido en la otra casa de Arico El Nuevo, la que fue luego considerada la residencia solariega de los Rodríguez de Azero en Arico (y otra parte fue de los Peraza), construida por sus abuelos tras casarse en 1773, pero al ser la cuarta de ocho hermanos, la casa en un principio se dividió entre varios de sus hermanos (cuando contrajo matrimonio en 1847 ya habían fallecido sus padres). A ella le tocó las 3/5 partes de la hacienda del Camino Real de Fasnia (actualmente propiedad del notario Nicolás Quintana), no una parte de la de Arico. Las partes de sus hermanas Paula y Rosa las heredó luego su hijo Martín R.A. Peraza. Y la parte de su hermano Bartolomé la compró en 1905 su nieto Martin R.A. y Díaz-Llanos a Juana Peraza, hija de Bartolomé (aunque no se puede descartar que esa parte realmente fuera de la mujer y prima hermana de Bartolomé, que lo era por el lado Torres).

Martín Rodríguez (de Azero) Delgado también compró en en 1858 la Hacienda de El Majuelo en Güímar a Rita Reyes y Díaz. La casa de dicha hacienda podría ser del siglo XVIII o anterior.

Con estas casas en el sur de Tenerife, todas ellas junto al camino real que recorría esos municipios del sur, añadía a su residencia en Santa Cruz (y a otras casas en Santa Cruz) las de Güímar (El Majuelo), Fasnia (El Camino Real, que ya había heredado su mujer), Arico El Nuevo (La Vinculación) y Granadilla (un tercio de la Hacienda de Las Vegas). También tenía una propiedad en Tacoronte, según se refleja en las contribuciones urbanas que pagaba. Hay que imaginarle recorriendo a caballo los caminos reales que conectaban dichas localidades, descansando y cambiando seguramente de montura en cada una de sus casas. En esa época sólo podía desplazarse así o por mar (que seguramente era mucho más rápido pero más costoso).



Caserío del Camino Real de Fasnia, antes de su reconstrucción por el notario Nicolás Quintana Plasencia (socio mayoritario de“Inversiones Tágara-Tenerife, S.L.”) que compró en 2006 los 3/5 propiedad de Francisco Tabares de Nava y R.A., sumándolos al 2/5 que tenía su familia. En 1904 Ramón Peraza Ramón Peraza había vendido su parte del caserío del Camino Real de Fasnia (o sea, los 2/5) a don Celestino Rodríguez González, bisabuelo del citado notario.





Hacienda de El Majuelo en Güímar, comprada por Martín Rodríguez Delgado en 1858.

El 26 de marzo de 1858 D. Martín Rodríguez de Azero Delgado compró a Dª. Rita Reyes la hacienda de El Majuelo ante el escribano público, D. Domingo Oliva Berriz.

Es una suposición bastante probable que D. Martín, vislumbrando unos años antes la pronta llegada de la Carretera General a Güímar, se decidiera a acometer importantes trabajos en su Hacienda de El Majuelo, al objeto de rehabilitar la casa para su adecuada habitación, pero, sobre todo, como lugar particular de posta para el cambio de caballerizas. Hasta ella podía ir en carruaje desde la capital y desde allí a su casa de Arico a caballo y además hacer noche en ella o pasar varios días en el pueblo.








Factura en 1847 de compra de capa, sarga para frac de montar, botones bronceados para la chupa....Quizás sea la vestimenta que luce en la histórica foto de 1856 en la cima del Pico del Teide, retratado por la mujer del inglés Charles Piazzi Smyth, como luego se explicará.


Exportaciones de cochinilla (a Cádiz)  y de malvasía (a Marsella) por Martín Rodríguez Delgado, en 1844 y 1842 respectivamente.


Documento donde se indica que Martín Rodríguez Delgado encargó en 1844 el transporte de Cádiz a Santa Cruz de Tenerife de una caja de lana y sederías, para uso familiar seguramente.

Exportacion de grana (cochinilla) a Marsella
a través de Cádiz. 1855.



Foto (par estereoscópico; de los primeros de la historia) de 1856 en la que sale retratado Martín Rodríguez Delgado, en el ascenso al Teide del gran astrónomo Charles Piazzi Smyth, en la que el científico llevó dos grandes telescopios, procedentes del observatorio de Greenwich en la más grandiosa aventura que tuvo lugar en el siglo XIX. Martín Rodríguez Delgado, dado que había estudiado Náutica en Nueva York, tenía conocimientos de astronomía y lógicamente dominaba la lengua del inglés. Él se unió por dos veces a la expedición ascendiendo desde el sur de la isla, seguramente desde Granadilla (Hacienda de las Vegas).

En el libro de Charles Piazzi Smith titulado "Teneriffe: An Astronomer´s Experiment" (traducido al español en la obra "Más Cerca del Cielo" año 2002), en la excusión que hicieron a lo más alto del pico del Teide escribe: "...le pedí a mis amigos que esperasen un momento más para que pudiera tomar otra fotografía, dado que las emanaciones sulfúricas del terreno han echado a perder casi todas las placas que impresioné hoy. Por ello, Don Martín Rodríguez se colocó de nuevo en el punto más alto de la pared del cráter, el lugar culminante del Pico de Tenerife, con uno de sus hombres cerca de él, y el carpintero del yate, que acertó a pasar en ese momento con un cubo lleno de muestras sulfúricas, también salió en la fotografía, mientras las rocas oscuras del primer plano muestran el exterior marrón, y el claro acantilado bloqueado por el vapor que vemos abajo el Don es el interior del cráter terminal de Tenerife..."


MARTÍN RODRÍGUEZ DELGADO FUE LA PRIMERA PERSONA EN SER FOTOGRAFIADA EN LA PARTE MÁS ALTA DEL PICO DEL TEIDE, EN 1856.


Fotografía en lo alto de la montaña de Guajara, en las Cañadas de El Teide (hoy en día se puede llegar caminando en 2 horas a ese lugar desde el Parador del Teide cogiendo los sendero 31 o 5; cambiando luego al 15 hasta el lugar llamado Alto de Guajara, a 3.185 metros), con uno de los telescopios y el Teide al fondo. Es el mismo lugar donde en 1910 asentó su telescopio el astrónomo francés Jean Mascart, que hizo diversos estudios, entre ellos, del paso del cometa Halley; el cual fotografió por primera vez.

PINCHAR AQUÍ PARA VER PÁGINAS DEL LIBRO EN QUE SE NOMBRA A MARTÍN RODRÍGUEZ DELGADO

Martín Rodríguez Delgado también fue amigo y mantuvo estrecho contacto con Sabino Berthelot, nacido en Marsella.

Plano de un proyecto en 1858, de Sabino Berthelot, para la casa de la Hacienda de Las Vegas, por encargo de Martín Rodríguez Delgado. La obra no se llegó a realizar. 






Juan Cumella había sido uno de los grandes propietarios industriales de Santa Cruz de Tenerife, consignatario de buques y cónsul de Dinamarca (esto último desde 1876). Amasó una importante fortuna. Se había establecido en Santa Cruz de Tenerife, junto con su mujer, en 1846, tras un período en que residieron en Marsella, al cuidado de los negocios familiares. Se había casado en Santa Cruz de Tenerife en abril de 1840 con Felipa González Delgado. En el libro "Las lágrimas de Cumella" de Benito Pérez Armas insinúa que en sus comienzos hizo mucho dinero con el contrabando de oro. En 1886 ya se acusaba la grave enfermedad de su esposa doña Felipa (cuyo doctor fue Don Víctor Pérez, que no le daba más que un año de vida en carta de 22 de octubre).

    En el libro de Gerardo Muñoz Lorente titulado 'Historia del Sáhara Español. De la colonización al abandono (1884-1976)', se indica en la pág 98 que en 1845, 'mientras los franceses se expandían por el África Septentrional y occidental, los españoles se limitaban a hacer algunas exploraciones tímidas en la costa vecina al archipiélago canario, como la que llevó a cabo José Sáenz de Urraca en 1845, por encargo del Ministerio de Ultramar y a petición de los comerciantes tinerfeños Martín Rodríguez [Delgado], Buenaventura Cumellas [el padre de Juan Cumella, natural de Barcelona] y Juan Cumellas (hijo) [Juan Cumella y Monner]. Acompañado del intérprete Fernando Azancot, Sáenz de Urraca zarpó a bordo del bergantín goleta Ebro, capitaneado por Manuel Montero, y, tras desembarcar en el Sus, se entrevistó con el chej Bernet para negociar el establecimiento de un puesto comercial, de acuerdo con las instrucciones y bases recibidas del Ministerio de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar. En su informe, Sáenz de Urraca propuso la creación de colonias penitenciarias, que no pasaron siquiera de meros proyectos'. 

    Hubo que esperar durante varias décadas, hasta que se dio una época de profunda crisis económica en Canarias, tras el declive de la cochinilla, y de la mano de León y Castillo, para que el gobierno español decidiera en invertir recursos en establecerse en lo que luego fue denominado como el Sáhara Español. En la página 128 del mismo libro se indica que allá por el año 1884 "(...) Por Real Decreto se declaró protectorado español al territorio comprendido desde el cabo Bojador al norte y el cao Blanco o la bahía del Oeste al sur, de una extensión de algo más de 500 kilómetros [más adelante se ampliaría tras un acuerdo con Francia], nombrando gobernador de la misma a Emilio Bonelli. Se inicia a partir de este momento la primera fase de ocupación, caracterizada por la vía pacífica y la ocupación del territorio para reforzar la defensa de las Islas Canarias y establecer factorías comerciales y pesqueras que aliviaran la situación económica que atraviesan los habitantes del archipiélago (...)".



Juan Cumella y Monner 



Felipa González Delgado falleció en su casa de Santa Cruz el 22 de enero de 1892. Como heredera de los bienes de sus padres (heredera universal de Salvador Cayetano González en 1832 y de la mitad de los de su madre Antonia Delgado y Meneses), estando en sociedad ganancial (a medias por tanto) con su marido Juan Cumella, su disposición testamentaria en favor de su sobrino nieto el joven Martín Rodríguez (de Azero) y Díaz-Llanos, en la que le hace heredero universal de la mayor parte de la herencia, adjudicándole más de 600.000 pesetas de la época, una auténtica fortuna (aunque veremos que una cuarta parte la tuvo que ceder Martín a otros herederos en segundo término por temor a que atentaran contra su vida), produjo el distanciamiento de Martín Rodríguez (de Azero) y Peraza con Cumella (a él Felipa le había dejado 25.000 pesetas). El distanciamiento aludido se produjo, pese a los esfuerzos de amigos comunes por restañarlo (Sansón, Yanes, Leal).


Hasta el propio Cumella trata de convencer a Martín R.P. de su imparcialidad y cariño, en carta de 7 de febrero, después de relatar los últimos momentos de doña Felipa, su testamento ante el notario Francisco Rodríguez Suárez y su muerte a las nueve de la noche, y referirse a la aprobación de la partición en su día (que se otorgaría ante el notario Rafael Calzadilla el 18 de mayo de 1899), le dice:

"Deploro mucho, muchísimo el desprestigio que puede causarte lo relativo a la administración de los bienes de tu hijo, y seguramente que ella no lo comprendió, si [su] estado hubiese permitido hacerle reflexiones, seguramente que no lo hubiera hecho (...).
Yo siempre te he querido y te quiero, y deseo que me correspondas. Ven con frecuencia, no te ocultes que esto es peor".

Y en otra del día 15 siguiente:

"La difunta habrá sido muy severa, pero tú tienes mucho, muchísimo de que arrepentirte. Con haberte conducido con menos terquedad, más franqueza y más expansión sin faltar a la verdad, todo se hubiera remediado. Créeme, la culpa es tuya y de los que pudieran o deberían haberte aconsejado".

Más adelante, producida la reconciliación, escribiría el 25 de julio:

"Por lo que veo, muchos creen que el testamento ha roto nuestras relaciones, y me lo confirma el artículo de El Criterio y las cartas de Belza. Paréceme conveniente no hacer ninguna demostración para sacarlos de ese error".

El artículo de El Criterio, publicado en el número 21 de 13 de ese mes de julio, se titulaba «Un muerto que resucita... y situaba a Martín «en las soledades de Arico".

Años más adelante se quiso dar a entender que el distanciamiento había sido político y no personal; lo cual fue desmentido por el grupo con servador silvelista, ya enfrentado claramente a Rodríguez Peraza -una vez muerto Cumella- a través de su nuevo periódico, Unión Conservadora (número 4, 21 de abril de 1899).


Martín Rodríguez (de Azero) Peraza fue una de las principales figuras políticas de Tenerife de finales del siglo XIX, de la mano, primero del partido liberal de Sagasta y, posteriormente, del conservador de Cánovas del Castillo. Desde corta edad fue a estudiar a Mataró-Barcelona (la huella sin duda de su tío el catalán Juan Cumella, casado con la hermana uterina de su padre) y se licenció en Leyes por la Universidad de Barcelona. Fue una de las personalidades de Canarias con mayor cultura y dominaba los idiomas francés, inglés, italiano, griego y latín. Ya desde su juventud fue nombrado juez municipal de Arico el 11 de junio de 1874 (a sus 26 años); cargo que ejerció desde el 19 de septiembre de dicho año hasta el 30 de julio de 1877; el 21 de mayo de 1877 fue elegido diputado provincial por Güímar (elecciones provinciales); presidente de la Diputación Provincial de Canarias en 1892 y 1896 (cargo que pronto tuvo que abandonar por motivos de salud, estando muy vinculado a esta institución desde 1874 a 1899); diputado por Santa Cruz de Tenerife en 1895; jefe del Partido Conservador en el Sur de la Isla, desde su feudo de Arico; Jefe Superior de Administración Civil y Gobernador Civil interino de Canarias en 1890 y en 1892, en el ínterin entre la salida de uno y la entrada del siguiente; etc,...falleció de euremia a sus 56 años en 1904.

Dueño del diario conservador "La Opinión" desde 1898. Este diario había sido fundado el 5 de abril de 1880, por Juan Cumella entre otros, y convertido en diario en 1882. Manuel Delgado Barreto, redactor jefe de La Opinión desde 1899, siempre reconoció a Martín Rodriguez Peraza como su maestro en el periodismo e introductor en la casa de La Opinión. Así, escribió: “Desde entonces, él había sido mi consejero más leal, mi único maestro, el que me enseñó a caminar serenamente por estas escabrosidades de la vida, el que me trazó una senda señalándome escollos y abismos, el que me mostró las entrañas de la política y me aleccionó en el trato de los hombres”. Ya separado del diario ratificó este recuerdo sobre sus inicios en el periódico: “aquellos tiempos en que me enseñaba estas cosas del periodismo y de la política un hombre bueno y patriota, mi maestro y amigo inolvidable D. Martín Rodríguez Peraza, que tanta vida infundió a ese periódico”. Martín Rodríguez Peraza firmaba generalmente sus artículos en La Opinión con el seudónimo “Guerzordi Azprea”.

Hay una ruptura temporal entre Juan Cumella y su sobrino político Martín Rodríguez Peraza en julio de 1892, tras producirse un pacto entre Fernando León y Castillo y el grupo conservador que llevaba el diario La Opinión, urdido por Cumella. Pacto que naturalmente combatieron los republicanos, pero con el que no estuvo conforme Martín; que lo desaprobó de un modo terminante retirándose de la política mientras aquel duró. Al menos es fue una de las dos versiones que circularon, pues la otra fue de índole más bien privada y relacionada con la herencia de la mujer de Juan Cumella, Felipa González Delgado, hermana uterina del padre de Martín, que había fallecido en enero de 1892, y que le había dejado fuera de su herencia pasándola a su hijo Martín Rodríguez Díaz-Llanos, menor de edad; de lo cual hizo responsable a Juan Cumella.

Según texto añadido a la partida de nacimiento - existente en el Registro Civil - de Martín R.A. y D-LL, el 27 de febrero de 1899 Martín Rodríguez de Azero Peraza emancipó ante notario a su hijo Martín R.A. y D-LL, autorizándole a administrar por si mismo sus bienes como si fuera mayor de edad (ya tenía 20 años, pero era la legislación del momento).

En la partición de los bienes de Felipa que se correspondían con la hijuela (de la partición en 1894 de la sociedad ganancial) que había quedado en usufructo para Juan Cumella y en propiedad para Martín Rodríguez Díaz Llanos, realizada en mayo de 1899 (tras la emancipación y una vez ocurrida la muerte de Juan Cumella), se cumple la cláusula del testamento de que sea Martín R.A. y Díaz-Llanos el heredero universal, aunque el usufructuario en vida fue su marido Juan Cumella.

En la cláusula decimo tercera de su testamento indica que "Es su voluntad que si cuando ocurriese la muerte del dicho su esposo (Juan Cumella) no fuere mayor de edad el mencionado su heredero propietario don Martín Rodríguez y Díaz Llanos, los bienes que este adquiriere por el presente testamento, no sean administrados por su padre don Martín Rodríguez Peraza, así como tampoco usufructuados por el mismo, durante la menor de edad de aquel, sino que esa administración la tendrá (...)"

Más adelante, producida la reconciliación, escribiría el 25 de julio:

Por lo que veo, muchos creen que el testamento ha roto nuestras relaciones, y me lo confirma el artículo de El Criterio y las cartas de Belza. Paréceme conveniente no hacer ninguna demostración para sacarlos de ese error.

El artículo de El Criterio, publicado en el número 21 de 13 de ese mes de julio, se titulaba «Un muerto que resucita... y situaba a Martín «en las soledades de Arico".

Años más adelante se quiso dar a entender que el distanciamiento había sido político y no personal; lo cual fue desmentido por el grupo conservador silvelista, ya enfrentado claramente a Rodríguez Peraza -una vez muerto Cumella- a través de su nuevo periódico, Unión Conservadora (número 4, 21 de abril de 1899).

Cuando Cumella estaba recogiendo velas de su actividad política, ante el empeoramiento de su salud, propone - junto con el Comité del Partido, por unanimidad - a Martín R.P. como Presidente del Comité Conservador de Tenerife, Gomera y Hierro y Jefe del Partido, pero Martín - para evitar conflictos con otros pretendientes - preferirá dejar la jefatura conservadora tinerfeña exclusivamente en el Conde de Toreno (que representaba a Cánovas del Castillo), y éste finalmente designa al Conde de Salazar (Esteban Salazar de Frías y Ponte).

El 23 de marzo de 1895 cae el gobierno de Sagasta y entra de nuevo Cánovas. Este nombra Gobernador Civil de Canarias a Antonio Casteñón y Faes, que mantendría excelentes relaciones con Rodríguez Peraza y los conservadores canarios en general.

El 2 de noviembre de 1895 reaparece Martín Rodríguez (de Azero) Peraza como diputado electo por Santa Cruz de Tenerife. Y el día 4 es elegido para Vicepresidente de la Comisión Provincial - Presidente de facto -, derrotando a Blas Cabrera y Topham (destacado leonino). Una de las primeras decisiones que adopta la Diputación a solicitud de Rodríguez Peraza es la sustitución del Director de los Establecimientos Benéficos de Las Palmas, Felipe Massieu y Falcón, jefe local del leonismo, aludiendo como motivo sus excesivas ocupaciones, sustituyéndole por el jefe conservador Juan Verdugo y Pestana.
Tanto el Conde del Valle de Salazar (Esteban Salazar y Ponte) como Martín Rodríguez Peraza (por delegación del primero) comandaban estos años el partido conservador de Tenerife.

En 1898, el ámbito político nacional, se consumaría la escisión dentro del partido de Sagasta del grupo Camazo-Maura, el 31 de octubre. Y en el local, se celebran elecciones para diputados provinciales. En ellas triunfaron los liberales antileoninos y los conservadores de Martín Rodríguez (de Azero) y del Conde del Valle de Salazar (Estaban Salazar y Ponte), que hicieron fracasar el "pacto" ente León y Castillo y los conservadores oficiales (silvelistas).

En 1899 en el partido conservador ya se nota el decaimiento, coincidiendo con la retirada de la política de Juan Cumella (que fallecería al año siguiente), la retirada voluntaria de la política del Conde del Valle de Salazar y la grave enfermedad de Rodríguez Peraza.

El Conde del Valle de Salazar, al decidir retirarse a la vida privada y designar para que ocupe su lugar en la candidatura a Martín Rodríguez Peraza (sobrino político de Juan Cumella), levanta un polvorín en Las Palmas y en el entorno de los conservadores silvelistas de Tenerife, que mostraron su indignación por este cambio no anunciado y se produce la ruptura del partido conservador de Tenerife.

Las explicaciones dadas por el Conde no logran impedir el fraccionamiento, que tiene tintes verdaderamente pasionales. Rodríguez Peraza y el Conde del Valle de Salazar se habían asociado al duque de Tetuán, cabeza visible de los citados “Caballeros del Santo Sepulcro” (tras el asesinato de Cánovas), con gran predicamento en la isla, pero que carecían de la influencia que era capaz de desplegar la Unión Conservadora de Silvela, que pactó con el grancanario Fernando León y Castillo.

La maniobra tuvo efectos inmediatos en el partido liberal de Tenerife, que también se dividió. El magistrado Domingo Martínez Navarro (hombre de Chasna), Ricardo Ruiz y Aguilar, Constantino Hernández, Juan de Urquía y el general Weyler apoyaron al conservador Rodríguez Peraza, formando una candidatura conjunta con Antonio Domínguez Alfonso. Son los llamados weyleristas. También están Pedro Schwartz y Mattos, Matías G. Molowny y el propio Conde del Valle de Salazar.

En las elecciones del 16 de abril de 1899 resultó elegida la candidatura íntegra de los conservadores silvelistas, protegida por el pacto con Fernando León y Castillo. Quedaron derrotados Rodríguez Peraza (por muy pocos votos de distancia respecto a Imeldo Serís y a García Beltrán) y Domínguez Alfonso (algo más distanciado del resto). En Las Palmas, al saberse la derrota de Rodríguez Peraza, hubo cohetes voladores.

En una carta de Rodríguez Peraza a Villaverde, ministro de Hacienda, le escribe: "(...) la conducta del Sr. Silvela, que ha entregado a la inexperiencia del Sr. Rancés la política de Canarias, ha obligado al partido conservador, agotados todos los medios de conciliación, a separarse del Gobierno y a formar parte de una coalición regionalista bajo la jefatura del general Weyler, al que debe tanto aquel Archipiélago. Se nos engañaba, se nos perseguía con encarnizameinto después de las elecciones en que tan injustamente fuimos tratados, pretiriéndonos a nosotros conservadores de toda la vida por otros que (...) se llaman tales desde hace pocos meses (...)".

El 4 de mayo de 1899 tomó posesión Rodríguez Peraza de su cargo de diputado provincial por el Distrito de Santa Cruz de Tenerife, enfrentándose desde el primer momento - junto con el liberal Pérez Armas y el republicando José Manuel Pulido - con el nuevo presidente, Santiago de la Rosa, destacado pactista, y con Fernando Casabuena, leonino de pro.

En las elecciones municipales del 14 de mayo de 1899, triunfaron los de Unión Conservadora y los republicanos; resultando derrotados los conservadores "disidentes" de Rodríguez Peraza.

Martín Rodríguez Peraza, desengañado por estos fracasos, marchó de viaje a la Península con su familia a finales del mes de mayo, permaneciendo allí varias semanas. A su regreso no acudió a la Diputación provincial hasta el 10 de diciembre del siguiente año de 1900. Su apartamiento de la política era casi total.

A partir de ahí los resultados en las siguientes elecciones (últimos años del siglo XIX) no le son favorables al partido conservador liberal. El partido quedará descabezado hasta la irrupción del siguiente generación, en la que se encontrará como figura destacada su hijo Martín Rodríguez (de Azero) y Díaz-Llanos.




MARTÍN RODRÍGUEZ PERAZA (1848-1904)

Martín Rodríguez (de Azero) y Peraza con su mujer Mercedes Díaz-Llanos y Oramas

Otro retrato de Martín Rodríguez (de Azero) Peraza.

Casa en Imeldo Serís (número 25) donde tuvo despacho, junto a otras personas, Martín Rodríguez Peraza entre 1881 y 1901.

Casa en la actual calle Imeldo Serís (en el número 79) en Santa Cruz de Tenerife, donde tuvo su despacho Martín Rodríguez Peraza en 1901, cuando sus problemas de salud ya le habían abligado a abandonar sus funciones políticas.




El Jefe de la Administración Central de Correos de Santa Cruz de Tenerife (Julio Jiménez) le hace llegar el 1 de enero de 1901 a Martín Rodríguez Peraza la primera carta sellada en el siglo XX en la Administración de Correos de Santa Cruz de Tenerife, capital de Canarias.

Volviendo a Martín R.A. y Díaz-Llanos:
Si Martín R.A. y Díaz-Llanos era aún menor de edad para administrar estos bienes, el testamento de Felipa Delgado había designado a su cuñado Federico Cumella como administrador y. si este muriese, a Antonino Yanes Volcán y a Carlos Díaz Rodríguez. Dado que Federico había fallecido, los administradores pasaron a ser los citados Antonino y Carlos. Pero la emancipación de Martín consiguió que pudiera administrar sus bienes directamente y los administradores cesaron en su función en el momento de la entrega de los bienes a Martín.

    Así, Martín recibió con sólo 20 años, y estando aún su padre vivo, una notable herencia por parte de su tía abuela Felipa González Delgado (tasada para la partición en más de 600.000 pesetas de la época, y esa parte era casi todo en metálico o facilmente transformable al mismo) y, además, de su tío abuelo Juan Cumella la importante propiedad de la finca y casas de la Costa (en el actual Tomecano de Santa Cruz de Tenerife, de 69.815 m2 urbanas, valorada en 121 mil pesetas).

    Pocos años más tarde, en 1904, Martin heredaría - como hijo único - también a su padre Martín Rodríguez Peraza, fallecido prematuramente de euremia. 

    El resto de la importante herencia de Juan Cumella se repartió entre varios amigos y parientes, además de criados. Aquí aparecen como beneficiarios Carlos Díaz Rodríguez y los hijos de Antonino Yanes y Volcán y de Antonina Perdomo y González, que los cita como ahijados suyos. A Agustín Guimerá y Castellano (hijo de Agustín Guimerá y Ramón) le adjudica todos sus bienes relacionados con la propiedad parcial o total de numerosos barcos, buques, lanchas, lanchones, varaderos, algibes flotantes, su parte del depósito de agua en la plaza de la fuente de Isabel II, varias casas, etc… En el remanente de sus bienes nombró como herederos universales a dos hermanas suyas y a varios sobrinos que eran hijos o nietos de dos hermanos suyos.

    Una de las cláusulas del testamento de Felipa indicaba que, en caso de fallecimiento sin hijos de Martín, los bienes pasarían a los hijos de Antonino Yanes y de Carlos Díaz. Por temor a que pudieran cometer algún acto contra la vida de Martín (hubo varios sustos sospechosos), éste llegó a un acuerdo con los hijos de Antonino y Carlos, cediéndoles ciertas propiedades (una cuarta parte de la herencia), a cambio de que renuncien a sus derechos remanentes (herederos en segundo término y bajo esa condición causal).

Los bienes de esta hijuela para Martín R.A.D-LL (finalmente - por el motivo expuesto - se le adjudicaron por valor de 472.455,43 pesetas, las 3/4 partes) eran los siguientes:
- El efectivo por ella aportado al matrimonio en 1840 (40.000 pesetas).
- Varias alhajas valoradas en 3.093 pesetas.
- La casa en la calle del Castillo, nº 3, que ella había aportado a su matrimonio. Valorada en 34.000 pesetas, aunque ahora veremos que se vendió en 62.500 pesetas para pagar los gastos y derechos reales de la herencia. Los muebles los recibió Martín, valorados en 5.000 pesetas.
- La cantidad en efectivo de 128.671,38 pesetas. En el momento de la liquidación con Martín, había ascendido a 215.531,58 pesetas.
- Los títulos de la deuda perpetua Exterior al 4% de interés, (...), valorados en 146.089,02 pesetas (aunque su valor nominal era de 200.000 pesetas).
- Los títulos de la renta Perpetua Interior, al 4% de interés, (...), valorados en 96.386,31 pesetas (aunque su valor nominal era de 139.500 pesetas).
- Dos extractos de inscripción de acciones del Banco de España, apreciadas en 27.466,64 pesetas.
- 51 horas, 30 minutos y 8 segundos de la Empresa de Aguas de Güímar, valoradas en 14.927,40 pesetas.
- La casa en la Plaza de la Iglesia, nº 13, de esta capital. Valorada en 20.000 pesetas.
- La casa en la calle Sol, nº 10 (actual c/doctor Allart), también de esta capital. Valorada en 20.000 pesetas.
- La casa en la calle de La Luz, nº 99 (actual c/ Imeldo Serís en su tramo Barranquillo), de esta capital. Valorada en 11.250 pesetas.
- 46 pequeñas fincas en la jurisdicción del pueblo de Guía en esta isla. Valoradas en 2.999,37 pesetas. Estos terrenos fueron vendidos.
- Las dotaciones nº 164 y 165 de la Compañía de Hoteles y Sanatorium de La Orotava, con un valor de 800 pesetas.
- La mitad de los créditos concedidos a Felipe Rodríguez Adrián, a Domingo Leal Hernández, a Ana Baute, al ayuntamiento de La Laguna, a expediciones de la Barca Victoria, a José González Hernández, a Rosendo Carrillo, a Wenceslao Leal y Hernández y a Domingo Pérez Acosta. Que fueron valorados en unas 6.000 pesetas.
- La mitad de las participaciones que Juan Cumella tenía como socio comanditario en las compañías mercantiles de Miranda Hermanos y de Barrinso y Compañía, así como otras cuentas en dichas sociedades con terceros,... No se valoran por considerarse incobrables o de importes bajos.






Casa en la calle del Castillo, 5 en Santa Cruz de Tenerife (esquina con c/San Pedro Alcántara). La había aportado Felipa González Delgado al matrimonio con Juan Cumella, al haberla comprado a su vez su padre Salvador C. González en 1817. Felipa la dejó a su sobrino nieto Martín Rodríguez y Díaz-Llanos, como su heredero universal, pero la casa se enajenó en 1899 para pagar los gatos de la herencia (Juan Cumella había heredado los bienes de Josefa en usufructo, hasta su muerte en 1899).



Casa de la Finca de la Costa en Santa Cruz de Tenerife, donde falleció Martín Rodríguez de Azero y Díaz-Llanos. Le había sido legada por su tío abuelo Juan Cumella (aunque la primera propiedad de la finca le venía a Juan por su mujer Felipa González Delgado, como luego veremos).

La Finca de La Costa estaba situada en Santa Cruz de Tenerife.

A la muerte de Juan Cumella en 1898, sin hijos (al menos reconocidos, si atendemos al libro "Las lágrimas de Cummella" de Benito Pérez Armas de 1925, donde le asigna la paternidad fuera de matrimonio de una tal Rosaura), la finca (y la casa, que ya existía y que había reconstruido en 1892, siendo el arquitecto Miguel Pintor) la heredó su sobrino nieto Martín Rodríguez de Azero y Díaz-Llanos (1879-1942), a sus 19 años de edad. Parece ser que en esos años la relación entre Juan Cumella y Martín Rodriguez Peraza era ya algo tirante, pero no así con su hijo (version más oficial: por desavenencias de índole política. al haber sido ambos miembros destacados del partido conservador. Versión más plausible: porque los testamentos tanto de Felipa - que falleció primero - como de Juan favorecieron a su hijo y no a él). La casa existió hasta los años setenta del siglo XX, donde actualmente se encuentra el edificio Ipanema, en Tome Cano. Y una parte del paseo de olivos de la finca se conserva hoy en día en los jardines del Edificio América, junto al muro que lo separa de la Comunidad Santiago.

Fotos aéreas de la finca de La Costa, cedidas 
para este blog por Augusto Machado Tabares de Nava.

Foto aérea que existe actualmente en la pared de una Clínica Dental en la Rambla Avenida de Asuncionistas.


Cumella había comentado en carta de 7 de julio de 1892: «Estoy derribando toda la casa de La Costa por amenazar ruina». Ahora el día 19 le informa que la está reedificando bajo la dirección del arquitecto Miguel Pintor: «La que se fabrique será igual (...). Toda con piedra viva y cal y arena, sin una cesta de tierra».




    Transcripción de un apartado de la herencia de Juan Cumella, donde lega la casa de La Costa a Martín Rodríguez de Azero y Díaz-Llanos, aunque la mayor parte de su herencia fue para los hijos y nietos de sus hermanas, para los Guimerá (los barcos y propiedades en el muelle) y para otras personas. La mayor parte de su notable herencia la reparte entre sus dos hermanas y sobrinos, Agustín Guimerá Castellano (todos los buques, lanchas, embarcadero, algibes flotantes,…), Carlos Díaz Rodríguez, y los hijos de Antonino Díaz y Volcán (que entre esta parte y lo que les cede Martín Rodríguez y Díaz-Llanos de su herencia de Felipa también reciben bastante),...


    Esta finca y casa de la Costa la aportó en parte Felipa al matrimonio alrededor de 1860 (fecha de la partición de los bienes de su madre). Esa primera parte la había comprado su madre Antonia Delgado Meneses, ya viuda de su segundo marido Salvador González, y de dos veces; en 1839 y 1840. Así, Felipa aportó aprox. un tercio de la finca y el resto lo compró Juan Cumella a Diego de Cubas en 1869 y a Domingo Remon y Real en 1870, hasta los 69.815 m2, mejorando en general la finca y añadiendo acciones de agua para el riego de la misma).

La Finca de la Costa era por tanto dos terceras partes de Juan Cumella (las había adquirido él) y otro tercio le correspondió a su hermano Federico (por la parte de su cuñada Felipa González Delgado, que se la había dejado en herencia), y así fueron adjudicadas en la partición realizada en 1894 de la sociedad conyugal. La parte de Federico terminó en posesión de Juan Cumella, pues le premurió y se la legó a Juan.



El matrimonio de Blanca y Martín con su hijo mayor Blanca, nacida en 1902.
La foto podría ser de aproximadamente 1905.

Foto del mismo día que la anterior (1905 aprox.). Totito tenía unos 26 años. En una finca que podria ser Mogán o Siverio, ambas en Arico, o La Costa en Santa Cruz. El que parece un encargado (con las manos en los bolsillos) podría ser José Albertos (que hasta tiene una calle en El Porís de Abona). El chico con una mano en el bolsillo y la otra arriba en el chaleco es Alonso Salazar y Oráa.

Imagen coloreada ampliada


Foto en la casa de La Costa en 1938, Martín Rodríguez de Azero y Díaz-Llanos falleció en marzo de 1942 en esta casa de la Costa (unos tres o cuatro años después de esta foto), a los 63 años de un derrame cerebral.


Fecha: 1951. Foto de nietos de Martín Rodríguez Díaz-Llanos en 
la casa de la Costa (en el actual Tome Cano en Santa Cruz de Tenerife).